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LA RIQUEZA

Foto del escritor: YZA ZAVALETAYZA ZAVALETA

En la antigua Babilonia vivía un hombre muy rico que se llamaba Arkad. Su inmensa fortuna lo hacía admirado en todo el mundo. También era conocido por su prodigalidad. Daba generosamente a los pobres. Era espléndido con su familia. Gastaba mucho en sí mismo. Pero su fortuna se acrecentaba cada año más de lo que podía gastar.

Un día, unos amigos de la infancia lo fueron a ver y le dijeron:

-Tú, Arkad, eres más afortunado que nosotros. Te has convertido en el hombre más rico de Babilonia mientras que nosotros todavía luchamos por subsistir. Tú puedes llevar las más bellas ropas y regalarte con los más raros manjares, mientras que nosotros nos hemos de conformar con vestir a nuestras familias de manera apenas decente y alimentarlas tan bien como podemos.

Sin embargo, en un tiempo fuimos iguales. Estudiamos con el mismo maestro. Jugamos a. los mismos juegos. No nos superabas en los juegos ni en los estudios. Y durante esos años no fuiste mejor ciudadano que nosotros.

Y por lo que podemos juzgar, no has trabajado más duro ni más arduamente que nosotros. ¿Por qué entonces te elige a ti la suerte caprichosa para que goces de todas las cosas buenas de la vida y a nosotros, que tenemos los mismos méritos, nos ignora?

-Si no habéis conseguido con qué vivir de manera sencilla desde los años de nuestra #juventud -los reprendió Arkad-, es que habéis olvidado aprender las reglas que permiten acceder a la #riqueza, o también puede ser que no las hayáis observado.

“La Fortuna Caprichosa” es una diosa malvada que no favorece siempre a las mismas personas. A1 contrario, lleva a la ruina a casi todos los hombres sobre los que ha hecho llover oro sin que hicieran esfuerzo alguno. Hace actuar de manera desordenada a los derrochadores irreflexivos que gastan todo lo que ganan, dejándoles tan sólo apetitos y deseos tan grandes que no puedan saciarlos. En cambio, otros de a los que favorece se vuelven avaros y atesoran sus bienes por miedo a gastar los que tienen, pues saben que no son capaces de reponerlos. Además, siempre temen ser asaltados por los ladrones y se condenan a vivir una vida vacía, solos y miserables. Probablemente existen otros que pueden usar el oro que han ganado sin #esfuerzo, hacerlo rendir y continuar siendo hombres felices y ciudadanos satisfechos. Sin embargo, son poco numerosos. Sólo los conozco de oídas. Pensad en los hombres que repentinamente-han heredado fortunas y decidme si esto que os digo no es cierto.

Sus amigos pensaron que estas palabras eran verídicas, pues sabían de hombres que habían heredado fortunas. Le pidieron que les explicara cómo se había convertido en un hombre tan próspero.


-En mi juventud --continuó-, miré a mi alrededor y vi todas las buenas cosas que me podían dar #felicidad y #satisfacción, y me di cuenta de que la riqueza aumentaba el poder de esos bienes.

La riqueza es un poder, la riqueza hace posible muchas cosas.

Permite amueblar una casa con los más bellos muebles.

Permite navegar por mares lejanos.

Permite degustar finos manjares de lejanos países.

Permite comprar los adornos del orfebre y del joyero.

Permite, incluso, construir grandiosos templos para los dioses.

Permite todas esas cosas y aún muchas otras que procuran placer a los sentidos y satisfacción al #alma.


Cuando comprendí todo eso, me prometí que yo tendría mi parte de las cosas buenas de la vida. Que no sería uno de esos que se mantienen al margen, mirando con envidia cómo los otros gozan de su #fortuna. No me conformaría con ropas menos caras que sólo serían respetables. No me contentaría con la vida de un pobre hombre. Al contrario, estaría invitado al banquete de las buenas cosas…


Nos vemos muy pronto.


Gracias, Gracias, Gracias

Fuente: EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA (George S. Clason)

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